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Hablemos de los vehículos y el motorista, o bien del motorista y los turismos.
Constituyen el factor activo más peligroso con el que nos marchamos a encontrar, y, por lo general, no son precisas las estadísticas más actuales para poder aseverar que las choques contra los turismos forman el mayor número de accidentes que padecen los motoristas.
Esto se genera por 2 motivos.
- Uno: a raíz de las infracciones.
- Y dos: por la complejidad que tienen los automovilistas para percibir la presencia de las motocicletas cerca de ellos.
Por esos 2 motivos y por otros inconvenientes que asimismo nos crean y que no recogen las estadísticas, debemos tener muy presente que somos minoría y, salvo en urbes como por poner un ejemplo Barna, nuestra aparición representa una salvedad, un hecho eventual para el automovilista. Generalmente, no se trata de una cuestión de ofensa, que asimismo existe, no cabe duda.
Nuestros colegas parisinos, por poner un ejemplo, disfrutan del respeto implícito de los automovilistas, singularmente en El Periférico. Esa vía de la capital francesa es un caso de convivencia en las horas punta, donde los vehículos dejan libre, de una forma espontánea, un espacio a fin de que circulen las motocicletas entre el segundo y el tercer carril. Claro, que hay que ver asimismo la caravana de motocicletas que de progresivo circulan por ese estrecho carril.
Pero tengamos presente que no circulamos por París, ni muchos tampoco por Barna, donde, de forma tradicional, se tiene muy presente a las motocicletas, seguramente por la masiva población de ellas que circula por toda la Urbe Condal. En consecuencia y como norma, como un hábito interiorizado, semejante al del empleo de la cuchase o bien del tenedor:
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Si vamos detrás de ellos:
1.- Nos lanzan una manta de agua fina y sucia cuando llovizna y el asfalto no drena como debería; crean molestas turbulencias en los días de viento que nos golpean a un lado y otro tal y como si nos abofetease una mano gigante.
2.- Pueden esconder debajo, a su paso, eventualidades peligrosas: baches, máculas de aceite, elementos escurridizos con la lluvia como pintura, tapas de alcantarilla o bien respiraderos del metro.
3.- Con toda la desconsideración y con alguna frecuencia, nos lanzan colillas encendidas o bien, inopinadamente, agua del lavaparabrisas.
4.- Pueden frenar tan brusca y también imprevisiblemente como un taxi frente al brazo alzado de un viandante en la acera, o bien como el que se deja atrás un desvío o bien un cruce; por no charlar de los furgones y furgonetas de paquetería urgente y afines que, además de impedir nuestra visión más adelante, habitualmente, sus reacciones forman una genuina caja de sorpresas.
Si nos sostenemos a cualquiera de los lados del coche:
Los automovilistas no se percatan de nuestra presencia como de la de otro coche y con las dimensiones que manejamos los motoristas, además de esto, vamos a caer con considerablemente mayor sencillez en el ángulo fallecido de sus espéculos. Esto hay que tenerlo en consideración siempre y en todo momento. Por ende, va a ser mejor apresurar suavemente para dejarlo atrás o bien aflojar a fin de que se vaya perdiendo en nuestro horizonte. Hay que intentar no circular paralelamente con ellos, por el hecho de que vamos a correr el peligro de que en cualquier instante el automovilista quisiese mudar a nuestro carril sin saber que estamos ocupándolo.
Por último, en este apartado, podemos observar un detalle que nos concedería unos momentos de ventaja en el caso de ir paralelamente con el turismo y que este quisiese girar cara nuestra situación. Si nos fijamos en el paso de rueda del vehículo nos percataremos de que vira justo un momento antes que el turismo comience a mudar de trayectoria.
Si se aproximan por detrás:
En este caso es donde resultan verdaderamente peligrosos. Debemos sostenerlos siempre y en todo momento controlados por los espéculos.
Pero, antes de seguir, debemos contar con que en urbes como la capital de España, por poner un ejemplo, no debemos disminuir reposadamente la marcha por nuestro interés, buscando una dirección o bien paseando plácidamente mientras que conversamos con nuestra o bien nuestro acompañante y, bajo nuestro casco jet, nos dejamos acariciar el semblante por la brisa ciudadana.
Cuando veamos por nuestros espéculos que un vehículo se nos echa encima recortando la debida distancia de seguridad, debemos terminar inmediatamente con esa situación, apartándonos a la derecha o bien dando gas para dejarle atrás.
[piopialo vcboxed=»1″]Los turismos son el vehiculo más peligroso con el que nos marchamos a hallar en #MOTO[/piopialo]
Independientemente del respeto que pueda tener el conductor de 4 ruedas, la verdad es que el automovilista que lleva delante una motocicleta y por su parte, delante de ella, a otro vehículo, toma instintivamente como referencia el otro vehículo, el que va más adelante. La motocicleta es tan pequeña, tan angosta, que no llama la atención lo bastante para fijar sobre ella la distancia mínima que debe guardar y, en consecuencia, se aproxima en demasía. No tiene el lector solamente que revisarlo cuando vaya en un turismo y tenga delante de él una moto:Verá entonces de qué manera debe hacer un esmero extra para no acercarse demasiado a ella, y cuando se distraiga con cualquier otra cosa, buscando un cartel o bien mirando al navegador, se va a dar cuenta de de qué manera sin quererlo vuelve a echarse encima de esa motocicleta.
Es muy usual ver de qué forma ciertos motoristas noveles circulan a noventa por hora por el centro de una autovía de 3 o bien más carriles y, muchas veces, ignorantes de que llevan un turismo pegado detrás.
Un vehículo parado en el arcén o bien en doble fila:
Una turismo parado en esas circunstancias, con las luces de urgencia encendidas, supone 2 riesgos en el momento de sortearlo.
- Uno, que pueden abrir una puerta justo en el instante en que pasemos.
- Y 2, que arranque y también comience su marcha al menos lo aguardemos.
Para la primera posibilidad, hay un simple truco, por llamarlo de alguna forma, que nos va a dar el margen de un segundo, aproximadamente, ya antes de toparnos con el canto de la puerta en nuestro frente. Si conseguimos ver la cabeza del ocupante del turismo. Si apreciamos que el conductor se inclina cara el interior, cara la derecha, con una probabilidad altísima esa puerta se va a abrir. Es posible que se haya inclinado cara la guantera o bien para ahuecar el bolsillo izquierdo, mas no vamos a haber perdido nada, por en el momento en que ocurra, apartándonos a la izquierda o bien frenando. En todo caso, si hay espacio, lo aconsejable y lo más prudente es pasar a más de un metro del turismo.
Cuando sale un vehículo a nuestro paso de un cruce o bien desde un vado:
Si es a la noche, vamos a hacer por sistema dos rachas para advertir de nuestra llegada; si bien jamás vamos a contar con que nos vayan a respetar, solamente procuramos que nos vean.
Si es de día, vamos a buscar la cara del conductor y vamos a tratar de adivinar si nos mira, si nos ve. Si es de esta forma, no contemos jamás con que nos vaya a respetar (salvo que nos hagan alguna señal), tan solo nos ha visto. Si no nos ha visto, si mira cara otra parte, debemos poner toda nuestra atención y estar preparados por si acaso el turismo sale en cualquier instante.
Aunque este es nuestro noveno artículo y en precedentes blog post hemos hablado de tomar las curvas, subirse a la motocicleta, frenar adecuadamente, si estarás circulando a diario por urbe este es un «imprescindible»
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- Tomás Pérezdice:junio dieciseis, dos mil dieciseis a las 10:22 pm Mil gracias, Raúl.Responder